domingo, 4 de noviembre de 2007

Estación de lluvias/estación seca






Definitivamente vivir en África se convirtió en una nueva y bella experiencia para mí.



En lo que concernía a usos, habitudes, costumbres… yo era todo un aprendiz que iba poquito a poco descubriendo como era esa nueva forma de vivir, de afrontar los problemas diarios que nunca antes habían sido tales para mí. Primordialmente en lo que se refería a relaciones humanas había perdido casi todas las referencias que hasta entonces disponía, era algo lógico, allí la gente había nacido y vivido en un país distinto, en un continente distinto incluso, que si bien era vecino a España, en realidad se encontraban a años luz de lo que yo había conocido hasta entonces.



Aquello me producía dos sensaciones distintas, por un lado, la que más apreciaba, era atestiguar como yo presumía, que no había un estilo de vida Standard posible sino múltiples, que no existía una sola forma de hacer las cosas como confundíamos muchas veces en occidente, sino infinitas, que las cosas no estaban bien o mal hechas sólo según nuestros criterios occidentales sino que habría multitud de ellos, en definitiva que en la vida no había buenos y malos, sino historias diferentes en la memoria de cada persona que convergían en las distintas actuaciones de cada ser humano y que por lo tanto era muy difícil que nadie tuviera la capacidad de juzgar al de enfrente.



La otra sensación estaba en la misma dirección que la primera pero en sentido contrario, era la sensación de encontrarme un poco extra terrestre en mi propia Tierra. No es que hasta entonces hubiese sido un experimentado viajero, pero ya había conocido sociedades distintas a la mía y siempre había logrado integrarme sin demasiadas complicaciones, gracias a que siempre intentaba conservar una actitud abierta y receptiva. Pero allá en RCA aunque lo intentaba con mayor energía incluso, me costaba muchísimo fusionarme con aquella sociedad y sentirme parte de ella, me sorprendían en demasía las reacciones de la gente.



Una de las cosas que empecé ha percibir los primeros meses era cual era la actitud del africano medio frente al hombre blanco. Es cierto que era imposible poder hacer una síntesis o una generalización, pero si me aventurase a hacerla, diría que el periodo Colonial tenía todavía un peso importantísimo en sus conciencias. La imagen del hombre blanco que venía a servirse de su país y no a servir a su país, era algo que influía todavía en la concepción que tenían hacía la gente como yo. Si bien de un lado algunos de ellos querían aprender cosas sobre como era la vida en occidente, de otro lado algunos actuaban frente al hombre blanco con un elevado recelo. También eran ocasionales las reprimendas que algunos de ellos hacían a otros cuando se aproximaban o se interesaban acerca de algún occidental, como haciéndoles observar que no había que estar al servicio del blanco, ni aparentarlo. Sin embargo debo decir que la mayoría de las relaciones que yo conducía con la gente local eran de un intercambio mutuo y sincero, donde ambos teníamos el interés de conocer acerca de algo que nos era muy lejano y desconocido, y que a su vez, quizá por ello mismo, nos cautivaba.







Los días se sucedían en Bangui y yo iba poco a poco comenzando a tener mis primeros hábitos o rutinas en la ciudad, como la de ir al peluquero por ejemplo. La primera vez que fui lo que más me llamo la atención, y les puedo asegurar que aquella caseta de cartón con espacio para no más de seis personas y calzada con cuatro bloques de hormigón para no estar en contacto con el suelo, por el barrizal que debía formarse con las lluvias supuse, había mucho de lo que asombrarse. Sin embargo, les digo que lo que más me sorprendió fue la tarifa. No por lo barata................ sino por lo imprecisa.



-Cuanto le debo?



-Ah! Eso depende de usted!



-Ah! Eso de pende de mí?- le dije yo mientras buscaba referencias como un loco por las cuatro pequeñas paredes del local.



Finalmente encontré lo que buscaba, una lista de tarifas que podría tener perfectamente setecientos cincuenta años allí colgada, pero lo que yo creía que iba a ser mi salvación se convirtió en una gran duda.



-Bueno y cual es el corte de pelo que me has hecho? Estilo clásico? Europeo? Americano?...- yo les aseguro que lo único que había hecho aquel joven estudiante de ingeniería y metido a peluquero para ganarse la vida, era raparme la cabeza al uno como solía hacer yo.



-Bueno, eso depende de usted?



Ajá, todo dependía de mí, pensé que lo mejor era pagarle un precio intermedio entre aquella lista de precios, pero cuando me fijé en ellos, en realidad solo había dos distintos, a quinientos y a mil francos. Decidí pagar lo que él esperaba de un blanco es decir la tarifa de mil, lo que venía a ser un euro y medio.



-Esta bien te voy a pagar el precio de un corte de pelo americano que es lo que voy a decir que me has hecho, de acuerdo?



-Muy bien señor. Muchas gracias.



Esa era una de las cosas que menos me gustaba, ciertas actitudes desproporcionadamente sumisas, lo de que me llamaran patrón o jefe era algo que toleraba pues yo en ocasiones les llamaba igual y era algo aceptado, pero que al tiempo que lo hacían inclinaran el torso y miraran hacia el suelo mientras llevaban sus manos al pecho, era algo que francamente me incomodaba muchísimo, afortunadamente no pasaba demasiadas veces, aunque por pocas que fueran, yo consideraba que eran demasiadas.





En cuanto al clima que allí me encontré, debería decirles que mis primeros meses en la RCA coincidieron con las últimas lluvias, o al menos esa era la previsión. En principio la temporada de lluvias terminaba en octubre, pero todo el mundo percibía que para tratarse el final de la temperaba llovía demasiado. El cambio climático en África? Yo estaba convencido de que sí.



Cuando quieran pueden echarle un vistazo a cualquier atlas o cualquier fotografía satélite que date de los años noventa y verán que en Chad, el país vecino de la RCA, la imagen de un enorme lago que tiene el mismo nombre que el País, pues bien, les puedo garantizar que en 2007 no quedaba de él nada más que un charco de varios metros cúbicos. Era realmente para preocuparse.



Con todo estar en temporada de lluvias significaba que casi todos los días se desencadenaba una tormenta bastante virulenta que en ocasiones era extremadamente violenta. Solía ser hacia las tres de la tarde o bien al caer la noche. Estas últimas eran ciertamente especiales pues el propio ruido de la lluvia, el fuerte viento que las acompañaba, los relámpagos y los potentes truenos dotaban a la noche de un ambiente fantástico. Sé que seguramente mi madre no pensaría lo mismo, pero a mí, les puedo reconocer que me apasionaban.



En cualquier caso, incluso las tormentas, aquellas tormentas tropicales, era un evento novedoso para mí, otra característica más que me haría pensar que entonces vivía en Centroáfrica, aquella galaxia a algunos kilómetros al sur de donde yo nací.



2 comentarios:

Franck dijo...

Hola Pepe, cómo vas?
Ya veo que las nuevas experiencias se agolpan, y tú poco a poco vas haciéndote a ellas como bien puedes; vas cambiando tus enseñanzas a raiz de lo que vas encontrando y haciéndote a ellas…
Aunque te cueste mucho entrar en esa sociedad, estoy convencido que al final dejarás de sentirte así, ya que el poder cambiar la forma de actuar y pensar, es una de las cualidades que tengo claro que tienes; verás cómo al final te haces con ello.
Sobre que estés en la estación de lluvias, tiene que ser chocante, ya que por estos lares no estamos acostumbrados a que llueva demasiado, y si tengo en cuenta dónde estás, puede llegar a ser complicado; mucho cuidado Pepe, aunque tengo por seguro que ya lo tienes. A mí como a tí, me encantan las tormentas electricas y los días de lluvia, pero en casita y con la estufa; espero que lo lleves bien; por lo menos te libras de las temperaturas que empezamos a tener tan frías.
Atchus¡ atchus¡… mucha peña constipada y otra tanta a punto de caer… que se le va hacer.
Bueno, me despido no sin antes mandarte un fuerte abrazo y esperando el siguiente capítulo de tu proyecto, con ganas de verte por aquí, y esperando que te hayan servido estas experiencias.
Ya nos dirás cuando tienes pensado pasarte por aquí, ya que si vas a estar tan poco tiempo, habrá que tenerlo todo preparado para que nos deleites con tantas cosas que te están pasando.
Bueno PP, cuídate mucho, no te mojes demasiado, y nos leemos pronto.
Abrazos varios.

Anónimo dijo...

Hola Fran, no aspiro a integrarme completamente en esta sociedad tan alejada de mis orígenes, pero sí a entender en la medida de lo posible su esencia, impregnarme de ella, para poder comprenderla mejor. Lo que sí sé es que aquí la gente, sólamente haciendo su particular rutina, me enseña cada día lo que significa el esfuerzo y la lucha, y eso es un tesoro para mí.
Mi visita por Elda será de seis días y empezará el día de mi cumple. ;))