domingo, 23 de septiembre de 2007

Primera toma de contacto




La primera semana que pasaría en Bangui sería dedicada casi exclusivamente a recibir las instrucciones que Maite debía hacerme llegar acerca del puesto que iba a ocupar. Mi puesto tenía un nombre de esos rimbombantes que tanto les gusta a los franceses “coordinateur financier et administratif”, con la salvedad que en esta ocasión el puesto sí llevaba adherida la responsabilidad y laboriosidad que a priori se podría pensar de un nombre tal o al menos esa es la impresión que yo me llevé después de una semana bombardeado a nuevos términos y funciones. Sin embargo pronto me haría una idea bastante aproximada de cual iba a ser mi función para MSF en Bangui. Y a pesar de que el presupuesto a mover era bastante significativo, he de reconocerles que lo que se refiere a trabajo a desarrollar era algo que me era bastante familiar pues en mi antiguo trabajo en Elda me había tocado lidiar con funciones parecidas o las habia visto lidiar desde cerca.

Para que se hagan una idea, básicamente yo era el responsable del área de administración y finanzas, y esto se traducía fundamentalmente en tres líneas maestras a seguir, la primera era que todos los trabajadores del país que trabajan en nuestros tres proyectos, algo más de doscientos, estuvieran en “regla” cumpliendo con la legislación vigente del País y con nuestro reglamento interno. Segunda que tanto la contabilidad como el presupuesto anual fueran fiables y respetados en la medida de lo posible. Y tercera hacer de enlace entre las sedes de Barcelona y Bruselas y todos los trabajadores expatriados que había en RCA trabajando. Y para ello me serviría de dos asistentes, uno experimentado, Oswald, asistente financiero y que llevaba varios años trabajando en el despacho y otro que contratamos, como Maite tenía ya previsto, a los cinco días de llegar yo allí, Stéphane, asistente administrativo.

La semana no se desarrolló exactamente como yo esperaba, es decir recibiendo un sin fin de informaciones a cerca de mi puesto, por el contrario Maite prefirió dedicar la mayor parte del tiempo a cerrar asuntos pendientes, para intentar dejarme el puesto lo más “limpio” posible, esto facilitaría mi comienzo por un lado pues tendría pocos problemas que afrontar nada más empezar, pero por otro lado me dejaría un poco a mi suerte, con la ayuda de los que allí quedaban conmigo, para hacer frente al día a día. No sabría decir cual de las dos opciones hubiese sido mejor, pero me queda claro el esfuerzo franco y comprometido que realizo Maite esa semana para dejarme el mínimo número de “pegados” posibles.

A pesar de que las horas en el despacho junto a Maite se harían interminables aquellos primeros días, pude eventualmente ir tomando el pulso a la vida en Bangui.

Por las mañanas, por motivos de trabajo saliamos con nuestro chofer en el Toyota de MSF a, principalmente a conocer los actores con los que yo me tendría que entender a lo largo de mi año allí, a saber, el inspector de trabajo, nuestra abogada, el director de la oficina de empleo, el inspector de impuestos de las regiones sobre las que trabajabamos, la compañía aseguradora, etc….así me fui forjando una idea más aproximada de cómo se trabajaba en Bangui, y supongo que por extensión en África.

Los edificios de la administración publica que visitábamos, en su mayoria eran construcciones destartaladas, antiguas y en algunos casos con signos claros de ruina, donde el mobiliario era muy escaso, y los útiles de trabajo se limitaban a un ordenador (en ocasiones ni esto), y en la mejor de las ocasiones una fotocopiadora y/o una impresora. La falta de muebles hacía que las mesas desde donde nos recibían se convirtieran en auténticas trincheras de dosieres, folios, carpetas, tras las que se parapetaba el funcionario en cuestión, eso sí normalmente en traje y corbata puesto que su condición así lo requería.

Y allá me veía yo con mi camisa estampada en llamativos colores, mi pantalón de nylon a rayas, mi bolso peruano y mi fular al cuello, siendo recibido por un trajeado alto funcionario que apenas cobraría una tercera parte de lo que MSF me pagaba como per diem, en un ambiente que más tenía que ver con una película de Mad Max que con un despacho administrativo, y donde curiosamente yo ajustaba más con el entorno que mi interlocutor.

Advertí entonces que realmente para poder trabajar no es necesario más que buena voluntad y unos medios básicos. Una cosa que me llamó enseguida la atención fue que a pesar del nivel de trabajo que esta gente debía absorber en solitario, pues la escasez de asistentes y secretarias/os era alarmente, y muy al contrario de lo que yo estaba acostumbrado a percibir de la administración española y francesa en general, aquí los funcionarios siempre estaban dispuestos a ayudarte si estaba en su mano.

El circular de día por el centro de Bangui a pie o en coche, me fue también dando una idea sobre el tipo de vida que allí se desarrollaba. Andando por sus calles, con mi agenda bajo el brazo, mi bolso al hombro y mi gorra del Che para cubrirme del sol y siguiendo a Maite, lo que más me llamaba la atención seguía siendo la cantidad enorme de vendedores ambulantes, pequeños mercaderes errantes que ofrecían productos de lo más singular, tarjetas telefónicas de prepago, cepillos de dientes, toallas, pilas, bollos, fruta, réplicas de camisetas de equipos deportivos, entre las que solían destacar las relacionadas con el barça, libros usados, cuadros artesanales, mini bolsas de plástico cerradas que contenían diferentes tipos de alcoholes caseros, la abundante manioca (tubérculo básico en la cocina local) y un sin fin de artículos de lo más variopinto. Entre estos comerciantes andarines destacaban las mujeres que casi siempre llevaban sus mercancías en una gran bandeja redonda sobre sus cabezas o los poussers (algo así como empujadores) que transportaban en sus carritos las mercancías más pesadas, como podía ser la madera. Los niños y niñas también circulaban dentro de este gran carrusel ofreciendo sus bienes o acercándose a cualquier persona que salía de un coche para pedirles ayuda con el reclamo de “j’ai faim” (tengo hambre), cosa que era absolutamente cierta en ellos.

Los primeros días circulando por Bangui yo no era capaz de saber hasta que punto lo que yo veía de la ciudad era representativo de África o no, es decir si aquel ambiente salido como les decía de cualquier film de la saga de Mad Max era una relidad habitual o era característica de Bangui, pero más tarde sabría que no lo era ciertamente, pues la situación en esta capital africana era substancialmente pobre y devastadora debido a su reciente historia.

Desde el último golpe de Estado que había sufrido la ciudad hacía cinco años cuando se produjo manifiestamente una guerra abierta en sus calles con armamento pesado incluido, no se había podido recuperar por falta de medios. Por lo tanto el aspecto de ruina y algo fantasmagórico que presentaban muchas de sus calles y edificios y que se contraponía con el colorido y el movimiento de las gentes era un poco desproporcionado.

En una época anterior Bangui fue una capital con cierto auge económico y donde la gente vivía con más decencia, fue entonces seguramente cuando la capital fue bautizada con su apodo, Bangui “La Coquette”. Y es cierto que la gente, sobre todo las chicas eran realmente coquetas y gustaban de ir guapas y bien vestidas dentro de su modestia.

He de decirles que el personal femenino en Bangui era en ocasiones extraordinariamente bello, a esos cuerpos africanos soberbios de curvas interminables había que añadirles en numerosas ocasiones rostros realmente hermosos y les reconozco que en ocasiones se hacía más que difícil seguir las instrucciones de Maite mientras íbamos caminando por la calle.

Aquella primera semana le pedí a Maite que la formación debería de continuar más allá del trabajo en la oficina y que debía mostrarme también la ciudad de noche y señalarme cuales eran los lugares a frecuentar y los lugares a evitar con el fin de hacer una vida allende del trabajo.

Aquel primer viernes había una fiesta en la casa/mansión de un alto mando de las Naciones Unidas y todas mas ONGs sitas en Bangui estábamos invitadas. A Maite no le hacían mucha gracia aquellas recepciones llenas de blanquitos por todos lados como ella decía y sin ningún interés, yo sin embargo tenía muchas ganas de ir para primero conocer un poco qué tipo de ONGs trabajaban en Bangui y sobre todo ver qué tipo de gente.

Finalmente fuimos Carol, Marta, MTV y yo. MTV desapareció nada mas llegar al lugar, y Carol apenas se quedo una hora el tiempo de cumplir un poco con el expediente como jefe de misión para MSF España/Bélgica y allí nos quedamos Marta y yo haciendo un recorrido visual de toda la gente que allí había reunida.

La fiesta se desarrollaba en el enorme jardín de la residencia y allá distribuidos en varias mesas con bebida, fruta y dulces en cada una de ellas, como si de un banquete se tratara, nos repartíamos todos los invitados.

Marta me estuvo haciendo una especie de recapitulación de hechos, de cómo eran ese tipo de fiestas, de quien era quien en aquel lugar, de lo que buscaba cada uno. Su larga experiencia en el medio le hacían arriesgar a aventurarse a decirme quien pensaba que era cada uno de los que allí se encontraban. Luego pasamos a criticar a la mitad de los invitados entre bromas y risas, como buena representación española que éramos y finalmente terminamos confesándonos el uno al otro quien nos atraía más en aquella fiesta. Ella se decanto por un chico alto y atlético de color, con pinta de intelectual y yo por una morenita de melena corta y tez blanquísima, preciosa pero que desgraciadamente marchó muy pronto y a la que nunca más vería en Bangui.

La fiesta era amenizada por un Dj local que pinchaba sobre todo música africana y occidental a partes iguales y casi al final de la noche mientras Marta y yo estábamos de pie junto a la improvisada pista de baile y preparados para ir a alguna discoteca de la ciudad empezó a sonar una música que Marta reconoció como angoleña y que se bailaba como una especie de lambada pero más suave y ligera, se ofreció a enseñármela a bailar pues hacía mucho que no la danzaba y tras una ligera hesitación accedí. No se nos dio nada mal y pronto nos hicimos un hueco y quedamos solos junto a dos parejas más en la pista. Finalmente abandonamos la fiesta y quedamos con las secciones de MSF Holanda y Francia en vernos en el “Zaphire” una discoteca que quedaba muy cerca de casa.

Aquella discoteca tenía la pinta de una discoteca de hacía unos 15 años pero como suele ser normal lo más importante en una discoteca no es el lugar en sí, sino la música que se pincha y esta no estaba nada mal. Allí estuvimos bailando cerca de un par de horas hasta que ya no pudimos más y decidimos retirarnos a descansar.

De vuelta a casa yo iba pensando que un año en Bangui bien iba a dar para hacer de todo y que debía de ir poco a poco descubriendo la noche y el día de la ciudad, pero cada vez estaba más convencido de que aquel, realmente iba a ser un buen año.

3 comentarios:

Franck dijo...

Otra semana mas y de nuevo nos sorprendes con una nueva andadura en Bangui. Mas interesante si puede ser que las anteriores. Hay que ver, cuando te abres a una nueva cultura, las cosas que te pueden resultar chocantes, cuantas sensaciones nuevas que seguramente estarás recopilando y que seguro guardarás.
Está muy bien que empieces a conocer a mucha gente nueva, y lo mejor (como parece ser) que estén dispuestos a ayudar y a hecharte una mano en cuanto puedan.
Lo del personaje encorbatado y la sala maltrecha, cuanto menos suena chocante, pero eso es así. Las personas somo lo que llevamos dentro, sin importar el cómo vistimon, o la pinta que llevamos.
Ir de fiesta con Maite y tu "pandilla" es importante; toda fiesta lo es, y después de estar currando, siempre apetece desconectar, lo suyo es degustar el momento. Espero que en Zaphire hayas puesto todo lo posible para dejar claro, que a estos blanquitos no nos ganan a ir de fiesta, y que seguro disfrutes con todo ello.
Bueno recibe un buen saco de abrazos y tú te lo vas administrando poco a poco. Muchos saludos y ánimos para que sigas sorprendiéndonos con tus relatos. A la espera del siguiente capítulo se despide… Franck

Pepe Moya dijo...

Muchas gracias por el animo, y piensa que aqui no es nada sencillo dejar el "pabellon alto" del hombre blanco, y de todas formas no creas que salgo que me interese realmente.
Un abrazo muy fuerte. Cuidate mucho.

maytechu dijo...

Ringggg!!!!
Pepillo: que no se te olvide pedirnos pa la semana que viene 15 cajas del ron Santa Teresa, ese de la botella tan hortera, remember??? jajajajajaja

Hola muxaxo, aki seguimos las tias mas glamourosas, trabajando en el sitio con menos faena de toa Elda: la Vendetta.
Que nos alegramos mucho que estés bien, y que vayas deleitandonos con todas esas experiencias tan intensas que apuntas en tu "pedaso Blo". Ahora que sabemos como mandarte un comentario, lo haremos más a menudo....y esperamos unas palabrillas por tu parte.
Bueno niño que tenemos que dejarte porque teníamos una peli a medias, pa no perder las buenas costumbres, jeje.

Rosana & Mayte....jourrrrrr!!!!!